Sartre dijo que la hora más triste eran las tres de la tarde.
Sartre era un genio, un restaurante esperaría que esa hora fuera una hora buena, un excelente tiempo para deglutir un trozo de res o cerdo muertos pero resulta que no es así, las tres de la tarde es la hora más muerta de mi negocio, no así las once de la mañana o las siete de la noche.
Regresé a Naipul, lo olvidé, me encontré Jardiel Poncela, no lo abrí, platiqué con Carver y no lo entendí, hoy sólo tengo en la cabeza ahorro, precios, nómina, gastos fijos.
A veces pienso, eso quiere decir que a veces existo pero estos días ni pienso ni existo ni vivo ni algo.
La verdad tengo sueño, tendré que escribir un anecdotario sobre todas las tonterías que PENDEJOS con iniciativa VRG Yo pueden hacer.
Un abrazo desde estas gélidas tierras tropicales.
EL GOLEM
Hace 15 años