Algunas veces papà lobo abre sus grandes fauces hundièndonos en la noche, ahogàndonos en sus sonidos, matàndonos con sus lamentos.
Hay otra veces que mamà loba nos provee, aun estando cansada, de leche y nosotros pegamos el hocico a sus ubres, sin quererlo, nos da una frazada de pelos grises.
La señora naturaleza es sabia, desperté con dos ojos y dos manos, dos piernas y pies, desperté, sin saberlo, no siendo tortuga o buey.
Desperté.
Le tengo miedo a la noche, a esa que no es tan oscura y que me deja ver en la distancia que no estoy muerto sino que estoy en la noche, repleta de estrellas, le tengo miedo al viento de la noche y a sus voces que parece que me hablan.
Existen sabores dulces que tambièn me atormentan, sabores que traen viejos recuerdos.
Mamà naturaleza no es tan sabia, nos ha dado el invierno y sus mañanas cortas, sus dìas cortos y esas noches eternas.
A veces, algunos te toman a cucharadas y en dosis perfectas.
Hay algo, un no se que de un no se cuando que me sigue atormentando, encontrando una ligera punta que se clava en mi epidermis, en mi dermis, en mis riñones.
Hace frìo, si, hoy, en un verano que ya no existe, hace frìo y papà lobo sigue aullando mirando al horizonte buscando a mamá loba.
Papá lobo, ¿por qué mataste a mamá loba?
EL GOLEM
Hace 15 años
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