Entusiasmado y orgulloso comprè un libro titulado MANUAL DE CREACIÒN LITERARIA de OSCAR DE LA BORBOLLA.
Antes de leerlo se lo prestè a un amigo el cual laborò como editor de una reconocida casa editorial en Mèxico.
No dirè si esta era, o no, la respuesta que yo esperaba, aquì el comentario que me enviò este amigo:
Estimado Antar:
Ya leí tu Manual. Supongo que, un poco, lo que te voy a decir, es lo que esperas (y también, lo que espero yo que tú esperes).
Creo que te mandé un mail con un chiste que dice que sólo hay dos tipos de mujer mexicana: la que jode a los hombres, y mexicana… de aviación.
En el caso de los manuales y cursos de creación literaria (y de Creación, en general), es más grave, sólo hay, los manuales como el que me diste a leer y… el Manual del perfecto OGT…
El de De la Borbolla es más de lo mismo: Se usa a sí mismo como ejemplo de creación literaria y se auto compara (¡en el mismo nivel, faltaba más!), con Chéjov, Lovecraft, Poe, Maupassant, Cortázar, ¡con Marcel Aymé!, y otros. Cita su propia obra como referencia para aprender a escribir y como modelo acabado de perfección técnica: es un farsante. Es como todos los escritorcitos, que al tener publicados dos o tres libritos de cuentos creen ser el nuevo Chéjov de la literatura americana (o, al menos, latino…).
No pierdas el tiempo leyendo manuales para aprender a escribir. Cuando termines este librito o cualquier otro del mismo tipo, o tomes un curso y lo termines y, ya solito, frente a tu máquina de escribir, quieras crear algo apoyado en las “técnicas”, “normativas” y “consejos” que “te dieron”, verás que NADA se puede aplicar a tu historia o a tu idea… o, en el peor de los casos, querrás seguir tan al pie de la letra las “instrucciones”, que no podrás escribir.
A escribir se aprende escribiendo. Si tienes la vena aprenderás con la práctica. Si no, pues escribirás como la mayoría: lo suficiente para expresarte y satisfacer tus ansias de novillero. Y ya.
Oscar de la Borbolla (que lo conocí por ti) no escribe mal, pero tampoco escribe bien –lo suficiente--, como para enseñar a escribir a otros. (Suponiendo que a escribir se pudiera enseñar o aprender). Él vive de ese cuento (por lo que me entero, es “profesor de enseñar a escribir”). Y ahora, claro, lo traslada a un libro en una editorialita que incluso le creó su propia biblioteca… Es un farsante. Como todo este tipo de farsantes, usa términos desconocidos por la mayoría como “ucronía”, “autodiegético”, “intradiegético”, etcétera, términos todos de filología, retórica o poética, sin cuya existencia has podido tú vivir hasta ahora y –estoy seguro--, no te harán falta en el futuro. (Si García Márquez hubiera estado pensando en la diegética cuando escribió Cien años de soledad, no sería Nobel). Lo grave es que estos farsantes lo único que engendran son escritores frustrados y se aseguran así un grupito de corifeos que les aplauden los pedos que se echan.
A un mal escritor lo reconoces, como a los pedantes y a los estúpidos, cuando se cita a sí mismo.
Oscar de la Borbolla ya te dio lo que tenía que darte: a través mío te presentó a Wittgestein; es más que suficiente. No esperes más de él. No te lo puede dar.
R.M.
SIN PALABRAS
Contundente y muy divertido, rei como todo el tiempo que lei el comentario.
ResponderEliminarCoincido, muy divertido.
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